martes, 24 de marzo de 2015

Día Mundial de la Narración Oral

El pasado 20 de Marzo y bajo eclipse solar, se celebró el Dia Mundial de la Narración Oral.
Tuve la suerte de participar en un evento tan interesante como el IV Maratón de Cuentos del Colegio San José de Calasanz de Zaragoza.
Durante toda la Jornada los niños de este cole están escuchando a uno y otro narrador. Los invitados a narrar son escritores, ilustradores, periodistas, maestros, narradores y también padres y madres, osea, gente. Hay distintos espacios y todo transcurre con perfecta organización y fluidez.
Los alumnos están ya habituados a este evento, y lo reciben con ilusión. Ya están entrenados en el ejercicio de la escucha, y sin duda encontrarán gran beneficio en ello.



No es en vano que se le adjudique a la Narración Oral un Día Mundial en el calendario. Su ejercicio, ligado intrínsecamente al de la escucha, es una práctica que requiere en estos tiempos de especial atención. Por un lado son grandes los tesoros que guarda la oralidad, en cuanto al arte de la palabra dicha, y en cuanto a la sabiduría de sus contenidos. Pero además, el potenciar el ejercicio de la escucha es una necesidad apremiante.

Esta sociedad en la que vivimos, se está llevando por delante tantas capacidades y a tal velocidad, que habremos de ser muy eficaces en salvaguardar aquello que nos interese sin demora. La costumbre de no escuchar está peligrosamente arraigada. Parece que si escuchamos, somos menos que el que habla. Por eso en vez de escucharle, preparamos rápidamente una respuesta. No soportamos que el otro tenga la palabra, mientras nosotros permanecemos callados. El penoso espectáculo que ofrecen las tertulias televisivas debería ya estar prohibido. Una vez más, sufrimos la intoxicación de los medios de masas. La masa nos aplasta con sus feas costumbres.




Cuando uno acude a una sesión de narración oral, se convierte en disolvente de la masa.
Al igual que en la lectura, el poner nuestra atención en una historia, libera a nuestra mente de su diálogo interno, infructuoso y desgastante,

Si al contar una historia consigo que alguno de los oyentes se olvide de sí mismo por un breve lapso, me doy por satisfecha, pues le habré hecho un pequeño gran servicio.

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