martes, 14 de abril de 2015

Limpieza del subconsciente colectivo

Los cuentos de tradición oral son aveces modificados, según las épocas o los modelos sociales. Hace escasamente 15 años que se modificó uno de los cuentos mas potentes de nuestra tradición. Me refiero al querido Los Tres Cerditos. Mi hijo estaba en  edad de escuchar  cuentos, y una servidora ejercía ya el oficio de narradora, pero nada pude hacer para convencer al retoño de mis entrañas de que el lobo realmente se comió al cerdito pequeño y también al mediano.



En aquel entonces, la escuela estaba haciendo su intento de recuperar valores. Se implantaba la asignatura de "alternativa" para los alumnos que no quisieran ir a clase de religión, pero la "alternativa" era plenamente desconocida, y lo que hacían durante esa hora, era que los niños que no iban a religión pudieran hacer sus deberes. A eso le llamo actitud prudente.
Fue desde aquél desconocimiento de la educación ética que se consintió que el cuento  Los Tres Cerditos fuera vilmente pervertido, y trataré ahora de analizar esto, por si pudiera resultarle a alguien de interés.



Los que nacieran en los años sesenta o antes, recordarán que el cerdito pequeño, había fabricado su casa con paja, para terminar pronto e irse a jugar. Cuando vino el lobo y sopló,  su casa no aguantó, y fue devorado por el lobo. Tres cuartos de lo mismo le sucedió al cerdito mediano, que se había tomado más molestias, pero no las suficientes, construyendo su casa con tablas. El único cerdito que sobrevivió y además luego derrotó al lobo fue el mayor de los tres, que con gran esfuerzo se había construido una casa de ladrillos.





Vino el sistema educativo de finales de los noventa, y dijo que eso de que el lobo comiera cerditos era una cochinada, -valga la redundancia-, que los cuentos tienen que ser decorosos y no fomentar la agresividad. Bajo estas premisas, y sintonizando con Disney, enseñaron a los niños que el cerdito perezoso que no se había esforzado y se había entregado plenamente al placer, no tuvo ningún problema: Cuando su casa voló por el soplido del lobo, corrió y se metió en casa de su hermano. Luego volvió a suceder lo mismo con la casita de madera, y los dos cerditos tuvieron tiempo de refugiarse en casa del hermano mayor. No hubo sangre ni dolencia, solo un pequeño susto, pero nada más.





Estos educadores, sin ser conscientes de ello, estaban transmitiendo a nuestros hijos el mensaje de que el esfuerzo no vale la pena, ni es necesario.

Esta es la interpretación a un nivel muy superficial de la conciencia, pero lo más lamentable es lo que sucede en las profundidades abisales de nuestra mente, a saber:




Resulta que la casa que los cerditos construían, es el símbolo de la estructura síquica de la persona. Esta debe de ser sólida, porque tendrá que soportar el ataque del lobo, que representa también una parte de nuestro ser, justo aquella que se oculta en nuestro inconsciente, y debemos mantener bajo control: Nuestros bajos instintos, los impulsos destructivos, la maldad, la envidia, los vicios,  y una gran sensación de vacío que se representa en la voracidad del lobo.



El inconsciente está sumido en la oscuridad. Carece de la luz de la conciencia, y esto es lo que nos hace sentir como un inmenso agujero negro en nuestro interior. Unos intentan llenar ese vacío con comida, otros con bebida, o con humo, de  más o menos densidad. Otros con preciosas bolsas de ropa muy cara, o con pares y pares de zapatos. Muchos quieren que su pareja llene ese vacío...y no se puede. El vacío interior es nuestro inconsciente,y siempre estará allí. El lobo es una parte enorme de nuestro ser. Lo único que podemos hacer con él es aceptarlo, y mantenerlo eso sí, bajo vigilancia.


Para lograrlo es imprescindible que seamos capaces de construir, con esfuerzo, una casa de ladrillos, con buenos cimientos. La cultura y la educación ética, son el mortero de esos cimientos.



Con mi hijo de cuatro años presencié impotente este desvarío del subconsciente colectivo canalizado por la Disney y legitimado por el  sistema educativo. Lejos de mi intención culpabilizar; quien no haya cometido errores en su vida que tire la primera piedra. Lo que pretendo es señalar este detalle como ejemplo del papel que los cuentos pueden representar en el terreno de la educación. Este caso de perversión de un cuento, no es más que una ramificación de la inmensa raíz de la corrupción que padecemos. No vayan a pensar que lo de la corrupción es cosa de la política...ni mucho menos: La política es solo la punta del iceberg, y la corrupción es también cosa de cada uno consigo mismo, su limpieza interior, y su coherencia.

En fin. Tenía esta espina clavada desde hace quince años, y ya me la he quitado. Por suerte quedan todavía muchos, muchos cuentos. Habrá que conocerlos un poco más, y protegernos de la manipulación mental que se  ejerce sobre nosotros y sobre nuestros niños, desarrollando la capacidad de discernimiento, y aprendiendo a hacer lectura subliminal, para que no nos la cuelen tan fácilmente.

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