La imaginación es la función mental de concebir todos los posibles. Por tanto, aquello que nuestra imaginación concibe es ya posible. Puede que no sea probable, que nunca llegue a suceder, o puede que suceda contra todo pronóstico. Depende de las voluntades, las confluencias, y en definitiva de la energía que nutre esa imaginación. Lo que no es posible definitivamente es aquello que nunca fue imaginado.
Sería interesante estimular la imaginación y darle campos de cultivo desde tierna infancia hasta larga madurez. Porque si no, puede ocurrirnos como al personaje de este cuento; me refiero al director del circo, que por falta de imaginación, creyó que ya lo había visto todo en su circo, y no se le ocurrió pensar que tal vez lo nunca visto estaba delante de sus narices.
Somos así de pánfilos, creemos que sabemos, y nos perdemos maravillas.
Ay, este mono... que duro es de pelear.
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