El mundo de los cuentos es un puente en el que nos
encontramos con nuestro oculto compañero, el subconsciente. El subconsciente
colectivo nos envía mensajes en forma de cuentos, que se parecen a los sueños,
porque en ellos suceden cosas aparentemente imposibles, pero que sin embargo,
tienen una similitud con la realidad material: Son su reflejo.
Cuando un cuento nos cala, nos acompañará en nuestro camino,
y un día los acontecimientos nos sonarán al cuento, y comprenderemos muchas
cosas. Eso es vivir el cuento.
Conforme nos vamos familiarizando con la magia de la
existencia, vemos que no es tan mágica. Sólo era desconocida para nosotros, y
ahora que estamos en este proceso evolutivo al que llamamos crisis, es posible explicar y comprender
cosas que antes hubieran sido tachadas de locura o esoterismo. Esto se llama
apertura mental, y los cuentos, como el arte en general, son un detonante para
la apertura mental.
Hay que tener el valor y la entereza de soltar aquello que
nos proporciona seguridad, para adentrarnos en el terreno de la incertidumbre
porque, sólo allí se puede uno encontrar con el aspecto mágico de la
existencia. Por eso el miedo, del que tanto se habla ahora, es, ciertamente
nuestro peor enemigo. Los héroes de los cuentos, siempre fueron los más
desprotegidos, los aparentemente más débiles y menos pertrechados.